Declaración institucional del Ayuntamiento de Ultzama con motivo del 8 de Marzo
Hace casi un año la pandemia provocada por la COVID19 sacudía nuestra sociedad y formas de vida como nunca antes recordábamos. Vivimos una crisis multidimensional y sistémica sin precedentes, una crisis que se cruza e interrelaciona con otras que ya venían de antes, como la ecológica o la de cuidados.
La pandemia ha puesto en evidencia de forma cruda lo que desde el feminismo se venía tiempo reivindicando: la vida humana es vulnerable y profundamente dependiente, ecodependiente e interdependiente. Nada debe ser más importante que el cuidado de la vida, una vida que se ha precarizado y debilitado al extremo con la pandemia. Es el momento de realizar una apuesta radical por sostener la vida en condiciones dignas y justas: esto exige una mirada feminista en todas las políticas que impulsemos desde las instituciones, porque es ya una constatación que las mujeres y niñas se han visto más afectadas negativamente durante esta crisis, particularmente aquellas que ya entraron en esta crisis en situación de mayor vulnerabilidad o discriminación.
No es algo nuevo, el clamor feminista viene exigiéndolo hace tiempo, para que nuestra sociedad avance en términos de justicia y democracia es necesario que se den transformaciones radicales que pongan en el centro de las políticas públicas la reproducción social sostenible desplazando la acumulación de capital que hace más precarias las condiciones de vida de las mayorías sociales y mercantiliza y explota la naturaleza, arriesgando la supervivencia de las futuras generaciones. Y ahora es más urgente si cabe que nunca adoptar medidas feministas que incorporen la perspectiva de género e interseccional para evitar que esta crisis genere un aumento de las desigualdades y un retroceso en el ejercicio de los derechos de las mujeres.
El aumento de las desigualdades estructurales de género durante estos meses es una realidad incontestable: las mujeres han asumido la mayor parte de la carga extra de cuidados, remunerados y no; han perdido su empleo o han visto sus condiciones laborales precarizadas; se han visto más expuestas al virus mientras se seguía sin investigar con perspectiva de género; han sufrido un incremento de la violencia machista mientras se limitan los recursos y condiciones materiales para hacerle frente; se han desatendido otras necesidades como la salud sexual y reproductiva o la mental; han perdido condiciones para la participación sociopolítica, etc: en definitiva, y sobre todo para aquellas de colectivos más vulnerables, las mujeres se han empobrecido en todos los sentidos, están más expuestas a la violencia, su salud ha empeorado, su carga de tareas de cuidados es mayor…
Y la solución no es volver a la situación previa a la pandemia, porque la mayor parte de las mujeres ya vivían discriminación y vulneración de sus derechos antes: este es el momento para dar respuestas a las emergencias multiplicadas durante la pandemia a la vez que establecemos bases firmes para transitar hacia un sistema de organización social, ecológico y económico cuya prioridad y eje central sea la garantía y el cuidado de una vida digna para todas y todos.
Urgen respuestas integrales desde lo público a la altura de esta crisis sistémica, respuestas que deben articular todos los ámbitos y niveles, desde lo global a lo local y viceversa. En Euskal Herria contamos con competencias limitadas y tenemos claro que mientras no seamos soberanas de nuestras vidas en nuestros territorios no podremos impulsar todos los cambios necesarios: no obstante, existen oportunidades para ir trazando ese camino, para abrir grietas en el sistema, y es precisamente el ámbito local el más apropiado. Lo hemos visto durante los pasados meses con el impulso de iniciativas público-comunitarias de cuidado en numerosos municipios de Euskal Herria.
Para ello las instituciones deben articularse entre ellas y abrir vías para una efectiva y real participación de la ciudadanía en las decisiones públicas, en particular de colectivos diversos de mujeres y movimiento feminista. Debemos enfrentar adecuadamente la gran responsabilidad pública que tenemos y eso se hace impulsando la articulación y participación desde premisas feministas, elaborando planes y programas radicalmente transformadores, atendiendo urgencias y destinando todos los recursos que sean necesarios para su correcta implementación.
No hay excusa que valga: ni fotos ni declaraciones vacías porque se acerca el 8 de marzo. Este día debe servir para reafirmar el compromiso de este Ayuntamiento con políticas público-comunitarias feministas que respondan a las urgencias derivadas de la crisis y transiten hacia un modelo de sociedad que ponga el cuidado de la vida en el centro.
Por todo ello, el Ayuntamiento de Ultzama acuerda:
- Con la colaboración de la Mancomunidad de Servicios Sociales de Zona Ultzama, analizar y conocer las consecuencias de la COVID19 en las mujeres del valle y cómo les ha afectado.
- Impulsar, junto a la Mancomunidad de Servicios Sociales de Zona Ultzama, acciones para el empoderamiento individual y colectivo de mujeres, adolescentes y niñas, de la mano de colectivos feministas.
- Fortalecer desde premisas feministas y empoderantes el tejido asociativo de mujeres de nuestra localidad.
- Fortalecer la perspectiva de género en las políticas e iniciativas municipales.
- Colaborar con la Mancomunidad de Servicios Sociales de Zona Ultzama en la realización de campañas comunicativas que reconozcan el valor social y polItico de las tareas de cuidados, prestando especial atención a la corresponsabilidad y visibilizando realidades como las de las trabajadoras del hogar.